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martes, 13 de diciembre de 2011

La Catarsis Digital



Catarsis (del griego κάθαρσις kátharsis, purificación) es una palabra descrita en la definición de tragedia en la Poética de Aristóteles como purificación emocional, corporal, mental y religiosa. Mediante la experiencia de la compasión y el miedo (eleos y phobos), los espectadores de la tragedia experimentarían la purificación del alma de esas pasiones.
Según Aristóteles, la catarsis es la facultad de la tragedia de redimir (o "purificar") al espectador de sus propias bajas pasiones, al verlas proyectadas en los personajes de la obra, y al permitirle ver el castigo merecido e inevitable de éstas; pero sin experimentar dicho castigo él mismo. Al involucrarse en la trama, la audiencia puede experimentar dichas pasiones junto con los personajes, pero sin temor a sufrir sus verdaderos efectos. De modo que, después de presenciar la obra teatral, se entenderá mejor a sí mismo, y no repetirá la cadena de decisiones que llevaron a los personajes a su fatídico final.
En las tragedias clásicas, el motivo principal del infortunio es casi siempre la hybris, o el orgullo desmedido que hace a los mortales creerse superiores a los dioses, o que no los necesitan ni les deben honores. Dicho hybris es considerado como el más grave de los defectos, y la causa fundamental de todos los infortunios. De este modo la tragedia también alecciona y enseña al espectador respecto a los valores de la religión clásica. La catarsis es, pues, el medio por el cual los espectadores pueden evitar caer en dicho hybris.



La Catarsis Digital

Aristóteles pues, bautizo a la experiencia  visual recibida por los espectadores en los teatros griegos con temáticas trágicas y su influencia purificadora sobre sus “problemas “ psíquicos, con la palabra Catarsis.
Es decir, el hecho de ver representadas  sus “impurezas” en terceras personas y sus consecuencias, permitía al espectador purificar sus almas. Esto en teoría debía funcionar, esta acción- reacción, era plausible y por ello Aristóteles la plasmo en sus teorías.
A día de hoy, las representaciones públicas siguen existiendo, es más, las hemos ampliado extraordinariamente con la llegada de la Televisión, el Cine e Internet. La cantidad de información que recibimos en relación a la “tragedia humana”, supera en forma y manera astronómica a la que recibieran los griegos.
¿Entonces, porqué a nosotros no nos funciona?
¿Que se ha perdido en el camino, que a pesar de ver y con las nuevas tecnologías, casi vivir y poder revivir todas y cada una de esas posibles situaciones trágico- traumáticas, no nos afectan en absoluto?.
¿No nos creemos nada de lo que vemos y lo consideramos todo irreal?
El hecho de que en esas representaciones, muchísimas veces venza el Malo, o que sus acciones no reciban castigo alguno o incluso sean premiadas, hacen que continuamente nos identifiquemos con el personaje que representa nuestras impurezas y lejos de censurarlo a él y a nosotros mismos, nos vanagloriemos de ese comportamiento.
Quizás la perdida generalizada de la Fe en los Dioses, cada uno los suyos, ese “hybris” que decían los griegos, e incluso la perdida generalizada de la Fe en el Hombre, para ser sustituidos por la idolatría egocéntrica, ese “Yo” soy lo más importante y todo está permitido para colmar mis deseos. Quizás todo ello es lo que nos ha llevado a una inmunidad moral.
La catarsis se ha convertido en un anacronismo (curiosamente también palabra griega), y ha sido sustituida por la Catarsis Digital, que es su antagónico. La misma acción pero con resultados absolutamente contrarios.  
Dice el Sr. Antonio Simancas  que la locura hacer algo repetidamente esperando resultados diferentes.
Pues, o Aristóteles se equivoco al definir la catarsis, o la era digital la ha vuelto loca. 


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